viernes, 9 de julio de 2010

la prueba



Rauda y veloz corre por la carretera;
la ambulancia tiene prisa por llegar;
deja al enfermo, al que el familiar espera;
en una silla de ruedas, la acaban de sentar.

Pasan a una fría sala de pronóstico;
de un frío y oscuro hospital;
a esperar a que los médicos hagan su diagnóstico 
que la llamen pronto, es lo fundamental.

Lleva un gotero, con suero, conectado a la vena,
y por eso tiene muchas ganas de orinar,
y le pide que le ayude, a ir al baño, al familiar;
pero este no se aclara, y se entretiene que es una pena . . .

Se levanta corriendo buscando el baño,
tan agotada está, que apenas es capaz de llegar;
sale y se sienta, y aunque parezca extraño,
el sobre esfuerzo casi la pudo matar.

Tan débil se encontraba cuando se sentó,
que apenas era capaz de mantener la consciencia,
una enorme angustia se le presentó
y  la invadió la certeza, de que eran los últimos momentos de su existencia.

No temía a la muerte,
más bien la llamo durante las semanas anteriores a lo ocurrido,
la deseaba, la añoraba, la anhelaba, para ella era una suerte;
pero, ¿que sería ahora de sus seres queridos?

¿No era egoísta  al querer dejar de sufrir,
las angustias y penas que nos depara la vida?
¿y provocar un enorme dolor al partir,
a aquellos que deja llorando atrás, con una enorme herida?

¿Acaso era su hora? ó
¿ iba ella en busca de la muerte?

Tuvo la certeza, que la elección era suya;
inconscientemente, ella había llevado a esa situación,
y de ella dependía la decisión;
pero también, acertar o cometer una equivocación.

Resolvió asumir, lo que estuviera pactado de antemano;
fuera lo que fuese, estaba dispuesta a asumirlo y aceptarlo;
no tenía miedo, vivir o morir, podía soportarlo;
su destino dejaba al universo y a los arcanos. 


Su voz interior le aconsejo que se tranquilizara;
"respira lentamente, y poco a poco todo volverá a la normalidad;"
y así fue retornando su conciencia, a todo cuanto la rodeaba;
y de nuevo vio que a su alrededor el mundo era realidad.

Estuvo varios días ingresada,
en la sala de intensivos del hospital,
en todo momento permaneció calmada,
sin temer a la muerte ni a la enfermedad.

Aún hoy los médicos no comprenden,
como pudo recuperarse tan deprisa,
estuvo al borde de la muerte y no entienden,
que la medicación y la paciente fueran tan propicias.


Hoy su vida a cambiado, pues intentó aprender la lección;
hacer su vida más plena y más intensa,
aprovechar los buenos momentos que puede pasar con los suyos,
y dedicarse a vivir siempre, con arreglo a los dictados del corazón.




Lina
Julio 2010