jueves, 11 de febrero de 2010

cosas de cada día


Últimamente, desde que estuve enferma, no me apetece salir demasiado. Prefiero quedarme en casa delante del ordenador, o simplemente en el sofá tirada, tapadita con una mantita, bien calentita.

La otra tarde salí para hacer unos recados, y presencié unas escenas que me hicieron reflexionar sobre la soledad y el desamparo que existen en el mundo y me di cuenta de que en realidad lo que más me gusta de estar en casa es lo protegida y segura que te sientes.

Fui a casa de una amiga a llevarle un encargo. Al terminar, me dirigía ya hacia mi casa y pasé por delante de un bar repleto de gente. Hasta la calle llegaban las voces del interior, el olor a comida y tabaco y las risas de la gente alegre y desenfadada que se divertía en el interior. Algunos de ellos, ya en el exterior, daban por concluida la velada y se despedían con la intención de dirigirse ya a sus casas.

En la otra esquina había dos contenedores de basura y un chaval de unos 25 ó 30 años estaba inclinado en su interior, rebuscando y abriendo bolsas. La gente que salía del bar, ni siquiera paraba atención en mirarlo. Seguían a su aire, como si de un perro se tratara el que estaba revolviendo la basura.

Yo, pasaba con el coche y casi no tuve tiempo ni asimilar lo que veía hasta que llegue a casa y me paré a pensar.

Queremos ser solidarios con Haití.

Queremos . . . y una mierda ! ! ! ! !

No hace falta ser héroes, ni médicos sin fronteras, ni . . . porque no le bajamos un bocadillo al muchacho del contenedor?
No nos hace falta irnos tan lejos, lo tenemos cada día frente a nuestras casas, o en nuestra escalera. Ladeamos la vista y hacemos como que no lo vemos. Nos escusamos en que a nosotros tampoco nos sobra y no podemos hacer nada, que llegamos justos a final de mes. Que es problema de los ricos y del gobierno que son los que deberian de dar y repartir mejor.
¿Que pasaría si cuando vemos a alguien revolviendo en un contenedor le bajasemos un bocadillo . . . ?
Hoy tú . . . . . .
. . . mañana yo . . . . . .
. . . y así cada día uno de los que nos los fueramos encontrando . . . . . .
. . . tal vez paliariamos un poco su hambre.

Mi hija me dice que le das un bocadillo a uno y acuden 40. Y que no tienen dinero para el bocadillo pero se lo gastan en alcohol o tabaco . . .

. . . . . . pero esas respuestas no acallan mi conciencia.