viernes, 26 de febrero de 2010

Noah y el fauno (1ª parte)



Aquella mañana se levantó temprano, fue corriendo a la ventana y se asomó para ver si hacía buen día . . . . . .
Esa madrugada, soñó que era domingo, y que mamá la avisaba para que se vistiera para ir a bañarse al río y a recoger moras silvestres.
- Noah, Noah !! -le pareció oír a su madre que la llamaba con su dulce voz.-
Al levantarse recordó que se encontraba en el castillo de su tío, y que papá y mamá habían muerto.
Se vistió y se estuvo cepillando el pelo frente al espejo hasta que fue la hora del desayuno, cogió su mochila con sus cosas, a su perrita Lluna que estaba sobre la cama y bajó corriendo al comedor a desayunar.
Se tomo su leche con cacao de dos sorbos, se puso un bocadillo con queso y chorizo por si luego tenía hambre, salió mordisqueando unas galletas por la puerta de la servidumbre y se dirigió hacia la senda que se adentraba en el bosque.
Iba contenta y feliz, saltando y canturreando. Lluna saltaba cogida de su mano y, de vez en cuando, salía volando por los aires para volver a aterrizar en sus brazos. De repente, noto un tirón de pelo, y pensó que se habría enganchado con la rama de algún árbol; pero al volver la cabeza, se encontró frente a frente con unos ojos negros que la miraban fijamente.
Noah dio un grito y salió corriendo, mientras el extraño ser pegó un chillido y salió disparado en dirección contraria.
¡ Vaya susto ! ! !
¿ Que podría a ver sido eso ?
Noah no se atrevía a regresar para comprovarlo, pero tampoco se atrevía a irse sin saberlo.
Poco a poco la curiosidad fue venciendo al miedo y se atrevió a acercarse de nuevo al sitio donde había tenido lugar el encuentro.
Mientras, el otro ser por su parte, también había sentido la misma curiosidad y también se había ido acercando.
Del miedo a la incredulidad ! ! !
Era un fauno . . . ? ? ?
Pero esos seres existen . . . ?
Ya no había duda, aquel bosque era especial. El otro día las hadas! y hoy, el fauno !
Se fue acercando poco a poco, para no asustarlo. Él , la miraba extrañado y dispuesto a echar a correr al mínimo indicio de peligro. Al fijarse un poco más, Noah se dio cuenta que se encontraba ante el mismo árbol donde tuvo el encuentro con las hadas y pensó si en aquel punto no habría una puerta de entrada a otro mundo.
El fauno empezó a moverse sigilosamente hacia adelante, moviendo imperceptiblemente sus patas delanteras, mientras miraba fijamente a Noah con sus grandes ojos negros.
Noah estaba cautivada por su mirada, se sentía tan atraída por sus ojos, que apenas podía apartar de ellos su vista. Eran fascinantes, parecían contar mil historias fantásticas y susurrar mil poemas al oído y hablar de paisajes remotos y de princesas y príncipes fabulosos y castillos encantados y . . . . . . antes de que fuera capaz de darse cuenta, noto un enorme tirón de pelos, y se sintió arrastrada hacía el gran árbol. Y se abrió como un enorme agujero en su base y un gran remolino se los tragó a los dos.
. . . continuara.