jueves, 4 de febrero de 2010

para la niña que hay en mi (1ª parte)


Dice una antigua historia, que en un país muy lejano, vivía un anciano que tenia tantas tierras y tanto dinero que no era capaz ni de poder contarlo. Pero que era tan avaro y tenía tan mal genio,que nadie en el pueblo lo quería, y vivía recluido en su castillo sin relacionarse con nadie.

Solo sus criados tenían contacto con el. Y de todos ellos, solo uno gozaba de su confianza y conocía todos los detalles de su vida, ya que era el único que había permanecido durante todo ese tiempo a su servicio.


Un buen día, mientras paseaba por los jardines del castillo, el anciano sufrió un desmayo y tuvo que ser atendido por sus criados, que acudieron inmediatamente a auxiliarlo y le trasladaron a su habitación. Cuando el medico fue avisado, acudió a visitarle y comprobó que le había dado una apoplejía que le iba a dejar postrado en la cama durante el resto de sus días.


Cuando se hubo recuperado llamo a su fiel criado, que fue a los aposentos de su amo, y los dos estuvieron hablando largo y tendido. El anciano le dio las instrucciones que debía seguir ahora que sabía que su final estaba próximo. El criado era conocedor de la historia de la familia y sabía que el anciano tenía otro hermano al que no veía desde que aquel abandonara el castillo paterno para casarse con la muchacha a la que amaba. Sabía que no había sido muy afortunado en cuanto a riquezas, porque las habladurías así lo comentaban, pero que él y su esposa habían sido muy felices juntos y fruto de aquella relación había nacido una niñita a la que adoraban.
Ya no sabía más, porque su orgullo no le permitió interesarse, y cuando alguien hablaba del tema el hacia oídos sordos y evitaba continuar con la conversación.
Así que le rogó encarecidamente al criado que averiguara el paradero del hermano y le pidió que hiciera todo lo posible por convencerle de que volviera de nuevo al castillo.



Con tan difícil encargo partió el criado, un buen día, del castillo. Pero lo que no sabía el anciano era que éste "guardaba un as en la manga". Aunque en los últimos años no se habían podido visitar, la familia del anciano y el criado se habían mantenido, hasta entonces, en contacto y por ello había estado siempre al corriente sobre las noticias del hermano. Así que, conociendo su paradero, se dirigió directamente donde sabía que les encontraría.


Pero una triste noticia le aguardaba. Durante los años que estuvieron sin poderse ver, el hermano del anciano había muerto y su mujer enfermo unos meses después. Como no consiguieron devolverle las ganas de vivir, que había perdido tras la muerte de su marido, murió también un año después.


Así que tras tan largo viaje, al llegar al pueblo el criado, solo encontro a la niña que se había convertido en una joven y apuesta muchachita.
Después de contarle lo que le había sucedido a su tio y comunicarle que su deseo era que le acompañara al castillo, la muchachita le respondió que ese habria sido el deseo de su padre y que ella así lo haría.


Por lo tanto, al día siguiente, partieron ambos hacía el castillo . . .




. . . continuara


el mar



Sentarse tranquila, a la orilla del mar,

escuchar a las olas, despacito, llegar,

mirar fijamente, el horizonte lejano,

dejar deslizarse, la arena, entre las manos.



Soñar con sirenas, y peces de colores

pescadores que sufren, y tienen mal de amores

princesitas que viven, en el fondo del mar

y una tortuga gigante, las viene a rescatar.



Enamorados que salen, a la luz de la luna

a pasear con su barca, y celebrar su fortuna

a contarse al oído, palabritas de amor

y prometer que por siempre, se querrán con fervor.



Cada noche estrellada, el azul firmamento

en el mar se refleja, feliz y contento

quiere que este le devuelva, su bella imagen

para por la mañana, salir a pavonearse.



Y si hay luna llena, esta feliz

va y se empolva su cara, y también su nariz

y usando el mar, cual si fuera un espejo

refleja allí su cara, sin ningun complejo.




Luego por la mañana, cuando ya sale el sol

para el no ser menos, va y se da un rebol

y la gente contenta, va y acude a la cita

y todos juntos se bañan, en la linda playita.



Y a mi que siempre, me ha encantado el mar

este lindo poema, me acabo de inventar

yo no se si a alguien, le puediera gustar

pero de todas formas, lo voy a publicar.