lunes, 8 de marzo de 2010

a mi madre Divina

Me siento a pensar . . . . . .
escucho una voz hablarme desde el fondo de mi ser,
esa voz a la que hace tiempo tengo en un rincón olvidada.

De nuevo mi cabeza me molesta demasiado, la tengo siempre dolorida,
últimamente no me permite razonar, parece que fuera de algodón,
me molestan los tumultos, el ruido, incluso rehuyo de la gente querida,
busco la soledad, la paz, el silencio, el estar tranquila.
Pero no la clase de tranquilidad que debiera,
la del estudio profundo, la de la meditación,
la de la contemplación de la belleza;
sino por el contrario una clase de tranquilidad dañina
que me merma día a día las fuerzas y el espíritu,
que me deja sin energía y sin ganas de vivir.
Oh Madre! ayudame a superar esta prueba,
a salir victoriosa de esta batalla,
pon a mi alcance las armas necesarias
para que pueda luchar con mi enemiga la desidia,
para volver a sentir las ganas de vivir,
de disfrutar de lo mucho y maravilloso que poseo,
en lugar de vivir en esta constante angustia e incertidumbre.

Mi vida se ha convertido en un caos del que no se como salir,
se han apagado todas las luces y ando en la oscuridad,
no veo, no escucho, no pienso, no existo, no creo, noooooooooooooooooo
no se lo que soy, o no encuentro lo que soy, o no veo lo que soy,
ando perdida cual niña desesperada,
llamándote, gimiéndote, rogándote,
Madre, ven a rescatarme de estas tinieblas en las que me he extraviado
y encamíname de nuevo al sendero que conduce,
hacia la meta de la libertad del alma.